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Benito Díaz//

La noche es tranquila y fresca. El 22 de marzo, aquí en Cuenca, el frío solo acaba cuando cierran la puerta, como dicen los lugareños. He quedado con mi amigo Ángel para cenar juntos en un restaurante chino del centro.

Llevamos tiempo sin vernos. Yo, acabando la carrera y él realizando algún tipo de posgrado inútil, con el que dilapida los pocos ahorros de sus padres en loor de un sueño adolescente. En la época en la que nos encontramos, el hecho de pensar que puedes encontrar trabajo gracias a los estudios que has realizado es simplemente ingenuo. Tendría que haber hecho caso a la gente que me dijo que me pusiera a estudiar cómo arreglar móviles si no quería terminar mis días como dependiente itinerante de comida rápida.

Cuando llego al restaurante, mi amigo no está. Típico en él, tanto la puntualidad como cumplir con su palabra no son rasgos de su personalidad. La mujer que me atiende me pregunta que cuántos éramos. Le respondo que dos y me sienta en una angosta mesa cercana a una especie de colección de pequeños tributos de cerámica que hacen fila sobre una representación a escala de la Gran Muralla. Al parecer, algún niño ha intentado montar un altar con figurillas de animales desmontables, peluches y fichas perdidas de un Subbuteo.

Algo más arriba de esa zona de juegos, el televisor retransmite en directo el encuentro Real Madrid- Barça, el encuentro del siglo de esta semana. Se trata de la jornada 28 de la liga BBVA. Al parecer, El Barcelona se juega mantener su liderato en la tabla, mientras que los madrileños optan a obtener cuatro puntos que les acercarían a los líderes. El partido ha comenzado hace apenas diez minutos. Casillas; Carvajal, Pepe, Ramos, Marcelo; Modric, Kroos, Isco; Bale, Benzema y Cristiano por el RM. Bravo; Alves, Piqué, Mathieu, Jordi Alba; Rakitic, Mascherano, Iniesta; Messi, Suárez y Neymar por el Barça. Son los nuevos gladiadores romanos, héroes helénicos descendidos del universo. Si ellos no, al menos sus cuentas bancarias sí que deben  ser galácticas.

La televisión está a todo volumen. En el restaurante, apenas cuatro mesas ocupadas, lo que le da al conjunto un aspecto desolador: una pareja de novios en una esquina, devorando con fruición sus rollitos de primavera. En la zona central, un tipo solitario, viejo, con el pelo cubierto de canas por donde todavía tiene, aspecto desaliñado, remueve su arroz tres delicias con la punta del tenedor, desganado y con la mirada perdida. Cualquiera diría que está contando los granos blancos que se esparcen en su plato. Un matrimonio con dos niñas comen en silencio, apenas interrumpido con los eructos del padre. Un elogio a la ciudadanía y a la educación, lo de este señor gordo y lampiño, rojo de atascarse el gaznate con otra cerveza para deslizar las bolitas de pollo.

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Dura pugna por el esférico

Un disparo de Cristiano Ronaldo a pase de Benzemá va directo al palo, alos 16 minutos. El público aplaude enfervorecido la calidad del juego. Mascherano corta el pase, llegando Isco y Modric para acelerar el juego en el campo contrario. Luis Suárez recupera el balón y pasa a Messi, con la fortuna de que el balón se va fuera.

Ángel llega por fin y se sienta a la mesa. Pregunta que si he pedido algo de beber. Le digo que no. Tengo bastantes cosas en las que pensar y lo cierto es que se me ha pasado el tiempo rápido. Pedimos unas cervezas.  Le pregunto qué tal le ha ido visitando a su exnovia. Me mira como si supiera la respuesta. Bien, me comenta. Ha ido a verla y le ha dicho que ya no quería seguir con el tema de quedar cada vez que él vuelva por la ciudad. Que ha tenido que rechazarla físicamente. Noto una desazón interior, pues estoy en una situación parecida, salvando el detalle de que soy yo el que ha sido rechazado.

Pedimos pollo crujiente y cerdo agridulce. Ángel me pregunta qué tal con mi exnovia. Le miro a la cara: casi consigue que me crea que le importa un carajo. Le digo que no la he visto en dos meses. Que sé con quién sale y que me parece una mierda. Ella se merece alguien mejor. Filosofamos sobre el amor y la dependencia durante un rato. Apuramos nuestras cervezas justo antes de que nos traigan la comida.

Minuto 18, gol del Barça. Falta lanzada por Neymar transformada a tiro de Mathieu. El público del Nou Camp se pone en pie y jalea al jugador que corre celebrando el tanto. Saque y Mathieu lo sigue intentando ante las caras de sorpresa del combinado merengue. Pepe, ya con una tarjeta encima, recibe un empujón de Luis Suárez que el jugador madridista exagera en un arranque interpretativo.

Pepe

Pepe

Hablamos de trabajo. Bueno, en realidad ensoñamos lo que debe ser tener trabajo. Un salario fijo, una casa, quizá montar una familia… todo queda demasiado lejos. Nuestro mercado laboral es una piscina de tiburones a rebosar de bestias sedientas de sangre. Enumeramos compañeros que no dudarían en apuñalarnos por la espalda con tal de quedarse con un puesto. La industria se muere y los dinosaurios que la mantienen están anquilosados, apoltronados, con los bolsillos repletos de dinero mientras se arrastran a los pies de intereses económicos. Quién piensa en dos periodistas novatos desde la altura de una multinacional de la información.

Gol del Real Madrid en el minuto 31. Empate a 1 con pase de tacón a Cristiano Ronaldo de parte de Benzema. El luso entra en el área y dispara tremendo proyectil al fondo de la red. Se escucha un claxon en la calle celebrando el tanto. En el 39 se anula un gol a Bale por fuera de juego. El inglés recibió el pase de Cristiano en posición antireglamentaria.

El Real Madrid celebra el tanto

El Real Madrid celebra el tanto

Oigo la palabra “conejo” en la mesa de al lado. El tipo gordo está hablando con las niñas. Les pregunta si tienen conejo. Las niñas se azoran. Presto atención, quizá me esté equivocando y el gordo seboso no está insinuando nada a las menores. Puede que tengan unos 7 y 10 años. El tocino vuelve a preguntar. Se ríe de su propia ocurrencia. Les pregunta si saben lo que tiene él. Las niñas no responden. “Pollón”, suelta por su grasienta bocaza de mediana edad. La mamá grazna una risa nerviosa y le dice al miserable pedazo de manteca que baje la voz. Creo que me ha visto clavarle la mirada. Debería levantarme. Respiro profundamente, oigo a Ángel balbucear no se qué nueva queja en segundo plano.

En el minuto 10 de la segunda parte llega el siguiente gol del partido, tanto que se apunta el Barcelona, logrado por Luís Suárez a pase largo de Dani Alves. El disparo cruzado supera a Iker Casillas. Al parecer el partido está siendo reñido, con mayor control del balón por parte del Barça, algo que sin duda estará escociendo a los madridistas. Cristiano y Mascherano se están gritando a la cara. Nuevo espectáculo, rebosante de violencia y velocidad para el consumo masivo. Miles de millones de euros invertidos en entretenimiento para un país que se va a pique. Alguien tiene que distraer a los brutos. Sale Pepe, entra Varane. Un par de minutos después, sale Rakitik y entra Busquets por los del Barça. Más tarde, Xavi por Iniesta y Jesé por Isco en el contrario.

Las caras tras el gol

Las caras tras el gol

El peor momento de cualquier cena en un restaurante chino es el trago que te sirven al pedir la cuenta. No sé qué tipo de brebaje destilado de arroz será el que encierran esas botellas marrones con letras chinas, pero su sabor es atroz. Nunca sé decirle a la amable señora que no quiero de esa porquería. Lo ponen en la mesa y se queda ahí. Expectante.

Tras el cambiar a un Neymar poco activo esta noche por un fresco Rafinha, el Barça intenta otro ataque que se ve frustrado por una parada de Iker Casillas. Puede que haya perdido el pelo, pero aún conserva su toque. Lo demuestra con la parada a Messi que podría haber significado el 3-1 para los blaugrana.

Abandonamos el lugar. Nuestro plan es seguir ahogando las pequeñas penas con algo de alcohol. Algo que logre hacernos olvidar nuestras inciertas situaciones. La pareja del fondo susurra secretos de amor.  Hoy beberemos junto a los perdedores, que han encajado un 2-1 y demostrado menor calidad que los contrarios. Seremos uno más de la turba embriagada, participaremos del ritual. Otro día será.

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