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B.Ch.D

El pasado 8 de agosto se conocía la decisión del presidente de Uruguay, José Mújica, de legalizar el consumo lúdico y la venta de marihuana en aquel país. Se trata de un paso pionero en América Latina. La ley plantea regularización y legislación al respecto de uno de los negocios pilares del narcotráfico, que pasará a manos del gobierno.

Manifestación a favor de la legalización. Fuente: ElPais.com

Manifestación a favor de la legalización. Fuente: ElPais.com

Es un paso pionero en América Latina. Actualmente llegan con regularidad noticias sobre la “guerra contra los narcotraficantes”: detenido tal capo de tal cártel de la droga, asesinadas tantas personas en un brutal ajuste de cuentas entre bandas, locales y turistas secuestrados, militares ocupando las calles metralleta en ristre, policías deshonrados y corruptos bajo amenazas de muerte a sus familias, otros que acaban sucumbiendo ante el poder del dinero; campesinos obligados a cultivar hoja de coca ante las amenazas del Narco, pobreza extrema, miles de jóvenes metidos en Maras (bandas callejeras muy violentas, crecientes en Latinoamérica), muerte de tal periodista entrometido o de tal jurista o de tal político contrario… No puede decirse que no sepamos de qué va el asunto.

La medida del presidente Mújica está en consonancia con las opiniones de otros políticos e intelectuales latinoamericanos (Otto Pérez Molina, Vicente Fox, Mario Vargas Llosa y Kofi Annan, entre otros) que abogan por atacar el negocio financiero de la narcodelincuencia. Legalizando la marihuana, lo que se intenta es sacar a estas ratas de sus escondrijos, vigilarlas de cerca y además conseguir beneficio económico para la nación mediante el pago de impuestos. Un movimiento osado pues trae sobre la mesa el debate sobre la legalización.

Hay personas que se escandalizan al escuchar el nombre de la marihuana, yerba, maría, marijuana, matojo, verde, cogollo o mota. La relacionan con la delincuencia, el descontrol, el crimen violento y la ilegalidad. Incluso algunos consideran que tener un par de plantas en casa es, además, un delito contra la salud pública y gritan con los ojos fuera de las órbitas mientras llaman teléfono a la policía. Uno de ellos es la Junta Internacional de Control de Estupefacientes (JIFE) mediante el cual la ONU comunicó su “preocupación por la legalización”, que para ellos “contraviene todas las normas de los tratados internacionales sobre drogas de los que Uruguay es parte”. Ante esto, uno se pregunta qué tipo de interés puede tener la ONU en cerrarle la puerta a una posible solución al terrible y sangriento problema del Narco.

Legaliza!

Legaliza!. Fuente:lamarihuana.com

¿Cuál es la alternativa? No será la de movilizar y extremar las medidas militares como ha venido haciendo México, últimamente con Enrique Peña Nieto, o como hace en Colombia el soberbio Juan Manuel Santos. Está demostrado que estas medidas solo contribuyen al recrudecimiento de las actividades de los narcotraficantes; sobornando más y matando más. Quemar los cultivos tampoco sirve de nada, pues los principales perjudicados son los dueños de las tierras, a menudo, como dijimos antes, presionados por la violencia extrema del Narco.

En Uruguay poco tiene que decir la ONU. El poder de la agencia supranacional no es tan grande todavía. Uruguay es un lugar donde el matrimonio homosexual y el aborto son legales y están regulados. Allí, a partir de ahora, se podrá comprar marihuana en las farmacias, conformar clubes de fumadores con permiso para hasta 99 plantas y un consumo por persona de 40 gramos mensuales.

Artículo publicado en La Noticia Imparcial, el 17 de agosto de 2013

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