B.Ch.D
Esta semana se ha conocido el anuncio por parte de varias naciones occidentales de realizar una acción armada contra Siria y su gobernante, Bashir Al Hassad. Tras la negativa del congreso de Reino Unido a respaldar tales actividades, la coalición contra el supuesto tirano se reduce a Estados Unidos y Francia.
Se ha hablado también de la todopoderosa Organización de las Naciones Unidas, la cual ha enviado a una serie de observadores a territorio Sirio. Deben investigar las sospechosas matanzas de civiles que se le atribuyen al mandatario según las informaciones de los medios de comunicación mayoritarios. Intentan averiguar si en esas muertes ha intervenido el ejército sirio y, sobretodo, si se ha utilizado gas nervioso contra la población civil.
Pero Estados Unidos y su presidente, el premio Nobel de la paz, Barack Obama, ya avisaron que no esperarían a tener las pruebas de la ONU. La intervención armada es una cuestión prioritaria. No importa si la tienen que llevar a cabo en solitario.
¿Por qué esta prisa por llevar a cabo un ataque relámpago mediante misiles guiados contra la nación Siria? El argumento esgrimido es que Al Hassad ha cruzado una línea roja al atacar a su propio pueblo con armas químicas. Se ha convertido en un peligroso enemigo de la libertad. Es curioso este argumento que utiliza EEUU, mientras apoya sin tapujos a la facción rebelde contraria al gobierno. Los rebeldes llevan meses recibiendo armamento e instrucción por parte de los servicios secretos norteamericanos. Pero claro, estos rebeldes representan la lucha contra el tirano opresor que, curiosamente, es absolutamente contrario a los intereses yankees en la zona.
Siria es, al menos, un lugar geoestratégico privilegiado para mantener a raya al máximo enemigo declarado de EEUU, Irán. De la misma manera, si Hassad cae se permitiría el acceso a armamento pesado, con el objetivo de defender a Israel, aliado declarado de EEUU.
Dejemos de lado la matanza de civiles, cuanto menos dudosa. El argumento de atacar una nación soberana bajo el objetivo de “liberar a la población”, es algo que ya conocemos. Es el “american way” que explicaban Noam Chomsky y Edward S. Herman en su libro “Los Guardianes de la Libertad”: construir un frente común contra una nación y decidir que esa población está oprimida por el poder tiránico de un dictador, torturador y asesino. De esa manera se justifica una entrada a sangre y fuego en cualquier lugar del mundo. Sucedió en Libia. También en Irak, donde, qué coincidencia, tampoco se tenían pruebas. Luego resultó que las armas de destrucción masiva eran una mera excusa para invadir y destruir una nación entera.
Ellos no son los guardianes de la libertad. No ponen las manidas “líneas rojas”. Pero nadie va a detenerlos. Da igual si realmente esa pobre gente murió a manos del ejército o de los rebeldes. Ellos ya tienen su excusa, real o ficticia.
Artículo publicado en La Noticia Imparcial, el 31 de agosto de 2013.