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B.Ch.D

Corre el 2025. El gobierno de los Estados Unidos, llamado ahora Nueva Fundación de los Padres de América, dicta “La Purga” (The Purge). Una vez al año y durante 12 horas, se pueden cometer crímenes violentos, robos, asesinatos, violaciones, con el objetivo de controlar así el índice de población y la conducir la ira de los ciudadanos. No funcionan los servicios públicos. No hay teléfono, radio ni televisión. La mayor parte de la ciudadanía está de acuerdo con La Purga. Es un precio que se tiene que pagar para pasar la página de la peor hecatombe económica de la historia. James Sandin (Ethan Howke) es una persona que piensa de esta forma. Se gana la vida instalando sistemas de seguridad, casi a propósito de estas ocasiones. La vida le sonríe. Vive con su mujer, Mary Sandin (Lena Headey, que recordamos de Juego de Tronos, donde encarna a Cersei Lannister) y sus dos hijos,  Charlie (Max Buckholder) y Zoey (Adelaide Kane). James se siente a salvo en su mansión blindada. Descubrirá su error.

Y nosotros también. Porque “The Purge: La noche de las bestias” es un ejemplo más de cómo una mala producción puede dar al traste con una idea interesante. El responsable de este malogrado intento no es otro que el ahora director y siempre guionista, James DeMonaco, autor de los guiones de Jack (1994) o Asalto al distrito 13 (2005).

La idea de un futuro distópico (si es que éste puede ser catalogado como tal) siempre es atrayente para un lector de ciencia-ficción. Cómo no recordar el Fahrenheit 451 de Truffaut, el Blade Runner de Ridley Scott o los flashes intermitentes de 12 Monos. En el sustrato de esta película puede intuirse un planteamiento social que apoya un estado que promueve el asesinato como forma de control de las masas. El mantenimiento del status quo se produce con sangre de aquellos que no pueden escapar o esconderse. ¿Hasta dónde se pueden llevar las medidas contra el desempleo y el índice de delincuencia?

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Cartel promocional de la película

Uno de los pocos puntos destacables de la película, parece ser la aparición de un grupo de jóvenes exaltados de caricaturescas máscaras. Representan a la juventud de La Purga: supuestos patriotas destinados a erradicar la amenaza de esos vagos mendigos que pueblan las calles. En sus manos descansa el discurso fascista de acabar con los despojos de la sociedad para que ésta pueda recuperarse y crecer. Este grupo, que se podría identificar fácilmente con la familia Manson, está encabezado por un joven con uniforme de colegio. Identificado solamente como “líder amable” (Polite leader), desarrolla un monólogo en su aparición, bastante cruel y que recuerda también al de Alex de La Naranja Mecánica, cuando simula un accidente de coche para ganarse la confianza de una mujer. Pero el casi-plagio no termina ahí. Además de aprovechar la retórica de Haneke en Funny Games, el Líder Amable es una especie de fotocopia desenfocada de Patrick Bateman, creado por Brett Easton Ellis para su novela American Psycho.

Perdona, pero tú no eres Pat Bateman.

Perdona, pero tú no eres Pat Bateman.

Trucos como dejar a los personajes a oscuras y darles unas linternitas, la visión nocturna móvil, o recursos como “el cazador cazado” están bien para una vez, pero aquí se repitentodo el tiempo. Detalles feos, como el de que un hombre negro se cuele en la casa de unos blancos;  los comentarios del tal Lider,  psicopatía mezclada con fervor patriótico y admiración a La Purga: “Dios bendiga América, una nación renacida”.

Previsible y decepcionante, una buena enseñanza extraída de la película: a los desconocidos no se les abre la puerta ni aunque estén sangrando por los cuatro costados, criajo siniestro.

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