B.Ch.D
“Sixto Rodríguez murió. Subió al escenario y dijo que estaba harto de la injusticia en el mundo. Cogió un bidón de gasolina, se la echó por encima y se prendió fuego mientras cantaba.” Así cuentan que acabó la vida del misterioso cantante folk.
“Searching for Sugar Man” es un documental de investigación al respecto de la misteriosa figura de Sixto Rodríguez, un cantante absolutamente desconocido en su cuna, Estados Unidos. Más concretamente en Detroit, su ciudad natal, nadie le conoce. Hijo de un inmigrante mejicano, Sixto trabajaba cantando en distintos tugurios de la ciudad. Tocaba canciones protesta, tenía un gran talento y una voz tan característica como hermosa. Armado con su guitarra y sus letras, ponía música en locales con escasa luz, llenos de humo y borrachos a los que acudieron un buen día unos productores musicales que reconocieron su arte. Corrían los años 70.
Con ellos grabó dos discos. Dos discos que no escuchó nadie. El fracaso de su carrera musical le condenó al anonimato en su país. Como si una capa de hormigón hubiera caído sobre los fabulosos Lp´s que editó.
Sin embargo, las copias de sus discos cruzaron el charco y llegaron hasta Sudáfrica. En plena época del apartheid, en medio del aislamiento y la violencia, las canciones de Rodríguez se convirtieron en auténticos cánticos de libertad, de lucha contra lo establecido, de rebeldía contra el poder opresor. En palabras de uno de los participantes del relato, “se convirtieron en la banda sonora de nuestras vidas”. Pero nada más se supo de Rodríguez.
El documental, dirigido por Malik Bendjelloul, trata la historia de cómo dos sudafricanos, convencidos de que debajo de la historia del suicidio de Rodríguez había mucho más, buscan pistas a través de productores discográficos, sellos, responsables de la industria de la música, campañas de búsqueda en Internet…
Al hacer esta crítica, he pensado mucho en lo que iba a decir. No puedo revelar el misterio que se oculta tras el metraje. La verdad de la vida de Rodríguez. El cómo no supo el éxito que había conseguido en Sudáfrica, donde le comparan con los Rolling Stones o Bob Dylan.
Pero puedo hablar de lo que han significado la película y la música. De cómo su música trata de personas que buscan la libertad, de drogas, de malos sueños y sexo. Sin duda, la música de Sixto Rodríguez está cargada de sentimientos que remueven algo dentro. De reyes muertos y suave vino rojo y dulce.
La película fue presentada en el Festival de Cine Independiente de Sundance, donde recibió grandes críticas, que alababan la realidad y contundencia del film. Fue postulada para el Oscar de 2013 al Mejor Documental Largo. Consiguió los premios BAFTA y WGA. No es para menos. Los minutos que encierra esta cinta contienen algo real. Algo verdadero, que ocurrió. Una historia que es auténtica, como la lluvia.
Es una historia que permite observar cómo la industria discográfica es cruel y despiadada. Que puede encumbrar a un pelele estúpido como Justin Bieber y dejar en el olvido a alguien como Rodríguez. Un relato que nos hace reflexionar sobre cómo permitimos que personajes deleznables gocen de sus cinco minutos de fama, mientras artistas de talla inconmensurable mueren de hambre en avenidas, tocando sus canciones por cuatro míseras monedas.
Desde aquí, pido reconocimiento para Sixto Rodríguez. Probablemente, uno de los mejores artistas de su género. Pido examen de sus letras, que sus canciones sean reproducidas por músicos de todo el mundo. Memoria escrita en las piedras. Lucha contra lo establecido. Libertad.
¡Viva Rodríguez!