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Beni Díaz // Periodista, fotógrafo, freelance, reportero de guerra, enviado especial a zonas de conflicto. Son algunos sustantivos que intentan definir a Gervasio Sánchez. Su trabajo le ha supuesto prestigio internacional y es periodista de referencia en casos de conflictos armados en África, Asia y Latinoamérica. Viajero incansable, continúa enviando informaciones desde lugares en los que la lucha es constante. Testigo de la mayoría de los episodios bélicos relevantes de las últimas décadas, el autor de “Vidas Minadas” o “Desaparecidos”, nos recibe en su piso de Zaragoza.

 

Pregunta.- ¿Recuerda cuándo decidió ser periodista?

 

Respuesta- Era muy joven, recuerdo que tenía diez años justos cuando nos fuimos de Barcelona a un pueblo de Tarragona. En aquel entonces me gustaba mucho coleccionar sellos. Creo que esta afición a los sellos y mi interés por los países de donde venían éstos, me hicieron pensar en una profesión que me permitiese viajar. Y ésa solo podía ser periodista o piloto de avión.

 

También recuerdo que, cuando tenía 14 años, mis amigos del instituto me decían que era el único que iba todos los días a clase con un periódico debajo del brazo. Un periódico que compraba de mi bolsillo y  leía de arriba abajo. Debo reconocer que era un periódico deportivo, como estaba en Tarragona,  el Mundo Deportivo.

 

Gervasio Sánchez nos recibe en su casa. Foto: Ángel Marzal

Gervasio Sánchez nos recibe en su casa. Foto: Ángel Marzal

 

P.- ¿Qué hace falta para ser un buen periodista?

 

R.- Se debe creer en este trabajo como si fuera un oficio. No es faena de oficina a la que dedicas ocho horas y te vas a casa. Es una profesión que se ejercita 24 horas al mes, 365 días al año, de una vida que empieza con ventipocos años y que acaba cerca de los setenta. Da igual tu especialidad en periodismo, si no piensas de esta manera no vas a aguantar, porque el trabajo produce muchas insatisfacciones.

 

Te sorprendes de la cantidad de mediocres que dirigen revistas y suben escalones pisoteando a otros.  Luego hay personas que se ven obligados practicar la autocensura para poder conservar un trabajo y pagar una hipoteca.  Es algo a lo que se tiene que sumar trabajar en zonas de conflicto. Por todas las consecuencias, las físicas, las psíquicas, puedes incluso morir, o ser secuestrado. Con todo esto, a no ser que creas mucho en el oficio, es imposible aguantar. Tienes que tener muy claro que si quieres ser periodista debes serlo con todas las consecuencias.

 

La primera lección que daría a un estudiante de periodismo sería a decir “no”. “Esto no lo voy a hacer”, no voy a hacer entrevistas pactadas, no voy a aceptar que me digan en mi medio que esto no se puede investigar porque afecta a los intereses empresariales. O a intereses de amigos de la empresa. O a los intereses de gente muy potente que pone publicidad. Hay que aprender a decir “no” a hacer cosas en un medio que estén en contra de los principios básicos del periodismo. De una actividad que es tan importante como la sanidad o la educación, porque una sociedad sin buen periodismo está condenada al fracaso y a la manipulación. Es lo que pasa en España. Como no hay buen periodismo, la población está cada vez más manipulada y más engañada.

 

P.- ¿Qué opina de la enseñanza universitaria? ¿Está al corriente de los problemas de la educación pública con los recortes, el tema de las becas…?

 

R.- Creo que ha habido un problema muy grave: cuando acabé periodismo en el año 1984, había tres facultades en toda España. Ahora hay 50 universidades. No se ha tenido previsión. En Barcelona hay facultades de periodismo y de ciencias de la información, incluso se ha llegado a mezclar ambas, lo que es un error pues son materias radicalmente distintas. ¿Qué tiene que ver un director de comunicación de un partido político, de un banco, que lo que tiene que hacer es vender bien el producto, con un periodista que lo que tiene que hacer es vigilar a la empresa, al banco o al partido político? Por eso creo que los periodistas que se van a dirigir empresas en la parte de comunicación y luego regresan al periodismo, no hacen lo adecuado. Entiendo que con los horarios y  el sueldo del oficio, la gente lo deja y se va a dirigir la comunicación de una empresa. Pero volver luego, sobre todo si la empresa ha tenido mucho que ver con el medio, porque es el propietario o tiene mucha influencia y ha tenido que tapar informaciones que no convenían a la empresa, a la caja de ahorros o al partido favorito de la ciudad o de la empresa, se convierte en algo grave.

 

Tenemos 50 facultades de periodismo y una enorme cantidad de gente que sale de ellas se encuentra con que tiene las puertas cerradas. Las personas que hoy tienen entre 20 y 40 años no van a encontrar un trabajo fijo y decente, sinceramente, nunca. Hablo de la inmensa mayoría, también hay personas que habrán hecho máster y tendrán posibilidad de entrar en algún medio. También hay personas que tienen mucha calidad y capacidad para promocionarse. O muchos padrinos. Además hay que tener en cuenta a los periodistas que se han ido a la calle con entre 50 y 65 años. Ellos también lo van a tener muy difícil para encontrar trabajo. Los puestos laborales de estos periodistas se van a cubrir con becarios mal pagados, a diez años, con violaciones permanentes de los derechos laborales.

 

Dicho todo esto, si alguien quiere ser periodista, no diré que no lo sea. Pero que se atenga a las consecuencias. Será muy difícil que pueda vivir del oficio y que le permita una cierta estabilidad laboral.

 

Pues para acabar puedo decirte que los años de estudiante son los mejores. Pero creo que aparte de las fiestas, fiestones, actividad emotiva y emocional, es importante tomárselos en serio, estudiar, aprender idiomas y leer mucho. Si te dedicas a hacer cosas de cámara, perfeccionar la técnica,  conseguir tu mirada personal, es muy importante.

 

P.- ¿Cuál es su método cuando llega a una zona de conflicto? ¿Cómo hay que actuar?

 

R.- Empecé acudiendo a zonas de conflicto como si fuera un aprendiz. Cuando llegaba a zonas en las que pasaban cosas, lo que intentaba hacer era acercarme a personas que estaban sobre el terreno, que tenían más experiencia, para convencerles de que me ayudaran. La verdad es que tuve suerte y logré encontrar a grandes periodistas, grandes fotógrafos. Y casi siempre, los mejores son los más generosos. Si se dedican a hacer cosas obscenas en el periodismo, o actúan de forma prepotente, casi siempre tiene que ver con su propia mediocridad. O con su propia falta de criterio.

 

Gervasio Sánchez durante la entrevista. Foto: Ángel Marzal

Gervasio Sánchez durante la entrevista. Foto: Ángel Marzal

 

P.- ¿Cuándo hay que dejar de hacer fotografías? ¿Cuándo hay que empezar a hacerlas?

 

R.- En los talleres con jóvenes aprendices, siempre les digo que a veces es más valiente dejar de hacer fotografías que seguir haciéndolas. Incluso que a veces hay que tomar la decisión de no molestar. El fotógrafo no puede ser un agresor más en el conflicto, hay gente que está sufriendo muchísimo.

 

¿Esto cómo lo completamos? ¿Cae una bomba y qué haces: la foto o te llevas a los heridos? Si te dijera, me llevo a los heridos, tú dirías, qué hombre más bueno. Si te dijera, no, tengo que hacer la foto, tú dirías, pues qué hijo de puta. A veces hay que actuar de una manera o de otra.

 

Lo importante, te dediques a lo que te dediques, es poder mirarte cada día en el espejo sin llamarte “hijo de puta”. Sin decir “he sido una vergüenza, he hecho esta cosa vergonzosa, he actuado de esta manera”. Hasta hoy mismo, tengo 54 años camino de 55, todavía puedo mirarme en el espejo. En una profesión como esta, con tantas trampas,  tantos tramposos, tanta gente cínica a pesar de lo que dijera Kapuscinski. Entiendo que es difícil de creer que una persona pueda trabajar tanto tiempo sin sentirse avergonzado, pero lo he hecho. He mantenido unos criterios morales y profesionales que me han sido necesarios para poder seguir trabajando. Sin ellos no habría podido.

 

P.- Qué opina del término “info-entretenimiento”? ¿Es una mercantilización de la  información, se puede hacer algo para evitarlo?

R.- Vivimos en un mundo absurdo en el que estás en el otro lado viendo cosas horribles y te llega un mensaje para que mandes una crónica de 50 segundos y luego dejan a un charlatán, político, tertuliano, se llame como se llame para que esté un buen rato hablando de sandeces. Te dicen que solo tienes un minuto para hacer una pieza de televisión y luego se dedican a hablar larguísimo tiempo del Barcelona o del Real Madrid. Todos los días. Esto ocurre porque el público no exige calidad informativa, no se enfrenta a estas vergüenzas. No dice, a partir de este momento dejo de ver la televisión, de leer este periódico, de escuchar este informativo. Hasta que el público no  tenga una actitud más competente, más seria, más autocrítica, los medios de comunicación seguirán haciendo lo que les dé la gana con nosotros. Seguirán al lado de los poderes políticos y económicos, dejarán de vigilar al poder, seguirán persiguiendo intereses contrarios al periodismo.

 

Si fuese director de un medio, haría algo radicalmente distinto a lo que se hace hoy. Haría cosas serias. Quitaría a los charlatanes, dejaría de hacer preguntas a políticos que no contestan nunca. A la segunda pregunta que no me contestan, me levanto y acabo la entrevista. Le diría “mire usted, señor presidente, no está contestando a las preguntas, se está riendo de la audiencia”. Y se acabó. Si no quiere dar más entrevistas, es su problema. Me da igual que sea amigo del jefe o amigo de la casa. Si tengo, por ejemplo, información de corrupción bancaria, el público, no me importa lo que pase. Aunque ese banco esté promocionando la publicidad de mi medio y la quiten, como hacen continuamente.

 

P.- ¿Cómo se le ocurrió la idea de hacer proyectos fotográficos de “largo recorrido”?

 

R.- Comencé a hacerlos cuando acabé de cubrir una década de conflictos en Latinoamérica. Una época muy dura, tenía la cabeza llena de imágenes muy desagradables. Hablamos de El Salvador, Chile, Perú, Colombia, Nicaragua, Guatemala… matanzas tremendas. Ruanda, Somalia, Sudán, sitios en los que había estado con 34- 35 años. Había visto lo peor del ser humano. Me di cuenta de que, a pesar de que quería ir a los lugares de conflicto, también había sido un poco teledirigido, ya que los medios de comunicación acuden a los lugares de conflicto dependiendo del impacto mediático. Y sobre todo cuando los conflictos interesan a las potencias occidentales. Iba a El Salvador porque era portada de revistas como News Week, Times, New York Times, Washington Post.

 

Ese momento coincide con la publicación de mi primer trabajo “El Cerco de Sarajevo”. Estaba teniendo mucho impacto, trabajaba con periódicos importantes, publicaban fotos en portada, la gente te respetaba aunque pagaban mal. Entonces tomé la decisión de aceptar una propuesta que me hicieron, de dedicarme a hacer otro tipo de proyectos. Ahí comenzó “Vidas minadas”.

 

Fotografía de Gervasio Sánchez que ilustra "Vidas Minadas"

Fotografía de Gervasio Sánchez que ilustra «Vidas Minadas»

 

Venía de Angola, muy traumatizado por lo que vi y quise mostrar la realidad de otra manera. Sentía que la carga psicológica que iba acumulando, dolor, tragedias, violencia. Esa carga me atrabapa. Empecé a sentir estrés postraumático. Cuando estaba en Zaragoza, lo único que me interesaba era regresar, seguir trabajando. Me estaba obsesionando con documentar lo que pasaba en aquellos lugares. Me pregunté qué podía hacer para estabilizar mi balanza anímica. ¿Ir al psicólogo a contarle mis  penas y además tener que pagar? ¿O buscar otra alternativa?

La alternativa para mí fue viajar de nuevo a países en los que había habido guerra y ver cómo cerraban sus heridas. Como resurgían de sus cenizas. Hacer este tipo de proyectos, donde encuentras a un niño a punto de morir en una camilla y luego sobrevive. Le ves crecer, enamorarse, tener hijos. Es algo que da esa estabilidad que, para mí es necesaria.

 

También sirven para mostrar los efectos de la guerra en profundidad. Son proyectos que te permiten documentarte bien, ir hasta el fondo, buscar fuentes, tener todo el tiempo del mundo y si aparecen en los lugares adecuados, pueden tener un grandísimo impacto.

 

Llegó un momento en el que no quería seguir haciendo “bang-bang”. Voy a seguir acudiendo a lugares de conflicto pero lo que quiero mostrar es el impacto de la guerra sobre la población civil. Si tienes alguna duda en una guerra, lo mejor que puedes hacer es acercarte a la población. Cuánto más cerca estás de ellos, más cerca estas de la verdad. En medio de la propaganda, de la manipulación, el caos y la barbarie, te engañan sin que te des cuenta. La única verdad incuestionable que se encuentra en una guerra son las víctimas civiles.

 

P.- Cómo se podría traer la paz a estos lugares de conflicto?

 

R.- El problema de estos lugares es que, muchas veces, los que traen la paz son los mismos que han traído la guerra. Vas a Afganistán  y en el gobierno están los mismos criminales de guerra responsables de atrocidades. Les ha dado el poder la propia comunidad internacional. En lugar de quitarlos de en medio, los ha fortalecido. Se han dedicado a robar, a hacerse más ricos. En Afganistán, muchos de los responsables del gobierno deberían estar en el Tribunal de la Haya, no ocupando puestos de poder. Países como los Balcanes, en Irak, en los que ha ocurrido igual.

 

Tenemos que intentar hacer “tabla rasa” del pasado e impedir que estos criminales, esta gentuza como la que hay, esté en esos lugares y sean juzgados por una corte internacional o local.

Después, la comunidad internacional debe cumplir a rajatabla sus promesas. Nunca las cumple. La UE se implica económicamente en la zona de los Balcanes para ayudar a que las personas que salen de la guerra tengan puestos de trabajo y alternativas. Ocurrió a finales de los años 90, no ahora con la crisis, si no cuando se tiraba el dinero por todas partes. Todas las promesas incumplidas. La comunidad internacional no impide la guerra, si no que tarda años en pararla, porque actúa siempre con un doble juego. Insisto: un país en guerra es un grandísimo negocio. Un país entra en guerra porque tiene riqueza, si fuera pobre no entraría.

 

¿Por qué está en guerra ahora el Congo? Porque tiene riqueza en minerales. Entran en guerra por su valor geoestratégico, como en Afganistán, que es una de las entradas de gas al Golfo Pérsico.

 

Si por un lado la comunidad internacional no interviene para frenar el conflicto, o tarda diez años, doce años para aplicar el acuerdo de paz, se da el poder a criminales, con los que se llega a un acuerdo o se acaba llegando, entonces no es posible la paz y por eso todos los procesos de pacificación son un desastre. Juez y parte están juntos.

 

Sofia Elface Fumo y su hija, fotografiada por Gervasio Sánchez para "Vidas Minadas"

Sofia Elface Fumo y su hija, fotografiadas por Gervasio Sánchez para «Vidas Minadas»

P.- ¿Qué opina de la actuación de la justicia española respecto a casos como el del Juez Garzón o Pinochet, teniendo en cuenta su trabajo “Desaparecidos”?

 

R.- Es inaceptable que un país como España, en 38 años y medio desde la muerte de Franco, haya sido incapaz de establecer un medio para poner fin al drama de los desaparecidos de la Guerra Civil y de la Posguerra. Esto ha ocurrido por una razón muy sencilla: la clase política española, toda sin excepción, ha dado una gran lección de cobardía. Algunos más, porque tienen mucha influencia, y otros menos porque no tienen ningún interés.

 

Lo que tenía que haberse hecho a finales de los años 80, en primer lugar,  es un acuerdo histórico entre todos los partidos para establecer un proyecto sustentado por expertos: antropólogos, investigadores, médicos, odontólogos forenses, programas de ADN y bancos de datos en relación directa con las familias.

 

En segundo lugar, se debería haber llegado a un acuerdo histórico según el cual no se pudiera utilizar ni instrumentalizar este tema por parte de ningún partido político. En tercer lugar se tendría que haber dado la cantidad de dinero que fuese necesaria.

 

Cuando antes te he dicho que se destinaba una cantidad de dinero vergonzosa al tema, me refiero por ejemplo a que en Guatemala se está levantando un osario por parte del Instituto Forense Nacional, con infinidad de huesos que se piensa que pueden ser los restos de los desaparecidos en ciudad de Guatemala durante los años 78-82. Y ese proyecto está costando dos millones de dólares, en un país como Guatemala, que es un país del Tercer Mundo.

 

Y en este país de desarrollismo, de obras mastodónticas, de autopistas que no sirven para nada, aeropuertos que no se utilizan, se destina una miseria a la búsqueda de los desaparecidos. Además se instrumentaliza políticamente y hace creer a la población que está gastando mucho dinero y que se hace bien, cuando es mentira: de aproximadamente 5.500 cuerpos han sacado, menos de 1000 están identificados. El resto están escondidos en almacenes.

 

P.- ¿Por qué parece responsabilizar a los ciudadanos de occidente de la violencia de las guerras?

 

R.- No responsabilizo a los ciudadanos. Lo que digo es que la mayoría de las guerras se producen en el mal llamado Tercer mundo, en un mundo alejado del nuestro.  En nuestros “patios traseros”, sea África, Latinoamérica o Asia. Casi siempre, detrás de una guerra hay una corresponsabilidad de las grandes potencias por temas estratégicos, por temas de apoyo al gobierno o a la guerrilla. Como pasó en Centroamérica, mientras Estados Unidos apoyaba al gobierno de El Salvador, Guatemala o a la “Contras” de Nicaragua, sin preocuparse en absoluto de cómo eran estos gobiernos o grupos armados. Estas potencias juegan con los países como si fueran peones. Lo decía Ignacio Ellacuría : “ellos ponen las armas y nosotros ponemos los muertos”.

 

Vivimos en una sociedad en la que nos dejamos impactar por emociones brevemente. Cuando esa emoción pasa, es como si no hubiera ocurrido, es como si fuéramos dirigidos.

 

Un ejemplo: año 94, la gente moría en Ruanda. Cuando estaba allí, vi morir a muchísima gente. Tengo fotografías en las que enfoco a una persona, disparo, en el segundo disparo agoniza y en el tercer disparo ha muerto. Fue muy doloroso. Y todo el mundo quería adoptar un niño ruandés. Como si fuera un circo.

 

2003, la  Guerra de Irak. En España salen miles y miles de personas a manifestarse a la calle. ¿Dónde estaban estos millones cuando pasaba la guerra en los Balcanes, la de Bosnia, la de Ruanda, cuando la población civil sufría en Somalia, en Sudán, en Congo? ¿Dónde estaban cuando la gente moría en Afganistán? ¿Dónde están ahora que hay guerra en Siria?  ¿Solo salimos a la calle cuando somos teledirigidos? ¿Es que hay alguna diferencia entre la intervención norteamericana que está haciendo en Siria o en Irán? Nos dejamos movilizar cuando estamos dentro del interés de esa movilización y caemos en la pasividad cuando a nadie le interesa.

 

 

Gervasio Sánchez es periodista y se puede leer su trabajo en su blog de El Heraldo de Aragón o escucharle los domingos en la cadena SER, donde colabora en el espacio “El oficio de contar” inserto en el programa “A vivir que son dos días”

 

Un pensamiento en “Gervasio Sánchez: “La única verdad de la guerra son las víctimas civiles”

  1. Pingback: Gervasio Sánchez, el objetivo de los conflictos | ZERO GRADOS

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