Beni Díaz
Lo más probable es que no les suenen las siglas TTIP. Se corresponden con el acrónimo en inglés de Transatlantic Trade and Investment Partnership, traducido como Asociación Trasanlántica para el Comercio y la Inversión. Tras estas aparentemente inofensivas letras se esconde la codicia de las empresas multinacionales y los intereses bastardos de los gobiernos al servicio del capital de EEUU.
El TTIP es la enésima reencarnación de los tratados de libre comercio estadounidense iniciados en los 90, como la AMI o la siguiente evolución, la Directiva Polkestein. Estos tratados buscan la liberalización de las normativas propias de las naciones para conseguir tratos ventajosos para sus propias empresas o las de sus socios comerciales. A saber: El Tratado de libre comercio plantea desde el primer momento “aumentar el comercio y la inversión entre la UE y los EE.UU. haciendo realidad el potencial sin explotar de un auténtico mercado transatlántico que genere nuevas oportunidades económicas de creación de empleo y crecimiento mediante un mejor acceso al mercado y una mayor compatibilidad reglamentaria y marcando una pauta en materia de normas mundiales”
Bajo este aspecto de “Win Win” (Todos ganamos) se apunta al cómo se conseguirá tal altruista propósito: “el Acuerdo estará formado por tres componentes clave: a) acceso al mercado, b) cuestiones reglamentarias y barreras no arancelarias (BNA) y c) normas. Estos tres componentes se negociarán de forma paralela y formarán parte de un acto único que garantice un resultado equilibrado entre la eliminación de derechos, la eliminación de obstáculos reglamentarios al comercio innecesarios y la mejora de las normas que den lugar a resultados importantes en cada uno de estos componentes y una apertura efectiva y recíproca de los respectivos mercados”
Obsérvese la diabólica mecánica capitalista a la disposición de la propuesta de “garantizar un resultado equilibrado entre eliminación de derechos”. Quiere decir, sin duda, que garantías de las cuales disfrutamos en este momento, pasarán a no ser derechos. Es decir, que este tratado pretende que nos desprendamos de lo que es legítimo para dejar paso a normativas implantadas a favor de megaempresas transatlánticas multimillonarias. Ya desde este preámbulo, deja claro que la desregularización que propone no tendrá en cuenta la soberanía nacional de cada Estado, pues pretende la cesión de la misma en virtud.
Del documento, que se mantiene en secreto por la UE y el gobierno de Mariano Rajoy, se sabe poco. Sí se han filtrado algunas disposiciones del mismo, tales como que la aplicación del Tratado de Libre Comercio implicaría rebaja de salarios, modificación en derechos laborales, de representación colectiva y sindicación, relajación en aspectos de vigilancia medioambiental, privatización de servicios públicos y otros riesgos sociales. El convenio propone someterse a tribunales de arbitraje privados (tribunales sin valor judicial real pero a los cuales se someten las partes como parte de un acuerdo, aceptando sus decisiones como de derecho) mediante el mecanismo ISDS, un sistema que permitiría a las grandes empresas denunciar a los Estados que promulgasen leyes que les hicieran o hiciesen perder dinero.
Este tratado se está negociando mientras escribo en las altas instancias de la UE, junto con las empresas financieras y los EEUU. Me consta que Mariano Rajoy está dando palmas al lado de los demás países que apoyan el TTIP, especulando con nuestros derechos a puerta cerrada, sin dar ruedas de prensa, sin referéndum público sobre la cesión de soberanía… mediante el secretismo, la opacidad y la desinformación, al más puro estilo del partido de gobierno.
“Pero oiga, no puede ser, no he sido informado de este atropello a mis derechos”. No,no hemos sido informados de estos manejos de altas esferas diplomáticas. Los beneficiarios de este proyecto y sus monos de feria no quieren un pueblo enterado y opuesto a sus intereses. De este modo, los mismos intereses financieros que se arrastran tras los grandes grupos mediáticos, han silenciado convenientemente la situación y las condiciones abusivas del TTIP.
“Usted lo que pasa es que es un conspiranóico y un pirado.” El funcionamiento de la Espiral de Silencio es poderoso. Quizás ustedes no crean lo que están contando en el blog de Campaña contra el TTIP. Total, solo son un puñado de ecologistas, antisistema y pelagatos que no tienen la más mínima credibilidad. Sin embargo, usted tiene derecho a saber. Tiene derecho a tener una opinión, a oponerse. Incluso puede que a usted, por ejemplo, le parezca bien que Cocacola decida denunciar a Madrid por la sentencia judicial que anula el ERE y les obliga a readmitir a los trabajadores despedidos (cosa que no han hecho y que sucedería con la nueva regulación). Pero Mariano Rajoy prefiere que esté usted calladito, con los ojos vendados, amordazado y unos auriculares por donde se escucha el himno 24 horas. Un votante obediente e ignorante. Fetén.