B.Ch.D
El pasado día 12 de febrero, la ILP (Iniciativa Legislativa Popular) que defendía la reforma de la ley de desahucios, fue tomada en consideración por el Congreso de los Diputados. Los grupos parlamentarios que conforman el hemiciclo votaron a favor de que la citada reforma fuera admitida a revisión por parte del ejecutivo. Incluso el Partido Popular, principal escollo para la tramitación de la reforma debido a su derecho a veto, apoyó de forma inequívoca el proceso.
La ILP es un sistema de actuación democrática participativa que pretende nutrirse de la voluntad ciudadana para llevar a cabo iniciativas de ley al gobierno, sin ser representantes de partido político alguno. Se basa en la recogida de firmas, al menos 500.000, para poder elevar la petición al órgano ejecutivo. En cualquier ciudad hemos visto mesas dispuestas para la recogida de firmas de algún tipo; algunas de estas mesas han servido para intentar reunir el número suficiente de firmas como para conseguir echar a andar el proceso participativo. Ha habido ILPs para todos los gustos, incluso el día en el que el Congreso votaba la viabilidad del proyecto de la reforma en la Ley de desahucios, también se votaba otra ILP relacionada con la denominación de las corridas de toros como bien de interés cultural.
Como pueden imaginar, la satisfacción al conocerse el resultado de la votación, fue mayúscula. Los constantes esfuerzos, movilizaciones, sacrificios, enfrentamientos con la policía, gritos, caceroladas, habían conseguido llegar a un primer objetivo: que la cámara aceptase la ILP. Que los diputados aceptasen que el pueblo quiere un cambio y que lo quiere a nivel legislativo.
No se tenía demasiada fe en el proceso de la ILP. Muchas otras, con fines más o menos éticos, han acabado en el cesto de la basura del congreso. Basta con que uno de los grupo políticos no la contemple o que el partido de gobierno se oponga para que se interrumpa el proceso.
A partir del éxito de la votación, se abre la parte del camino más difícil para el colectivo de desahuciados: que la reforma se lleve finalmente a cabo, que no sea desvirtuada por los partidos políticos mientras que los promotores quedan impotentes al no poder retirarla pese a que la desgracien. Decía Ada Colau, representante de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) en una entrevista a ElDiario.com:
“Ya hemos dicho que las medidas de la ILP son de mínimos y no de máximos, y por tanto son irrenunciables. No nos contentaremos con que lo aprueben solo para una parte de la gente afectada. Toda la gente afectada, cada una de las personas afectadas, merece una segunda oportunidad y por lo tanto nosotros mantendremos toda la movilización y el máximo de la presión social para conseguir que respeten estas medidas de mínimos.”

Ada Colau, portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) Fuente: http://desdefontetas.wordpress.com
Los desahucios son trágicos. Las imágenes que nos sirven los informativos incluyen a gentes siendo sacadas a la fuerza de sus casas. Personas mayores, familias enteras, con niños, con discapacitados. Todas puestas en la calle, sin recursos. En su mayoría son personas que han dejado impagadas deudas hipotecarias con entidades bancarias que facilitaron préstamos millonarios a personas modestas que luego, con el colapso de la industria del ladrillo, no pudieron hacer frente a sus letras. Son personas imprudentes, si, pero inocentes. Personas que han visto cómo su hogar pasaba a ser parte del stock de viviendas incautadas por los bancos. Bancos que, por cierto, hemos rescatado de la quiebra en muchos casos. El gobierno se hizo cargo de ellos, utilizando el dinero de todos sin previa consulta. ¿Cómo no apoyar una causa que simpatiza con estas gentes?

Fuente: http://inpignado.blogspot.com.es
A pesar de las dudas y comentarios que ha suscitado el análisis de los datos y argumentos de la PAH, encontramos los argumentos de la Plataforma de suficiente peso como para recibir nuestro apoyo. Con que tan solo uno de los casos de suicidio relacionados con los desahucios sea finalmente resultado de los mismos, estaríamos ante un caso atribuible a la situación creada por la presión de las entidades bancarias. Empresas privadas, dicho sea de paso, que fueron rescatadas con dinero público.
Estaríamos ante un caso en el cual el dinero es más preciado que la vida humana. Uno de tantos, es verdad, pero uno que le podría pasar a usted.