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B.Ch.D

Las protestas fueron convocadas en los días 6 y 7 de febrero. Se trataba de oponerse a la reforme educativa LOMCE (irónicamente, Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad en la Enseñanza) según el comunicado del sindicato de estudiantes MEUC (Movimiento Estudiantil Universitario de Cuenca) y CEIC (Coordinadora de Estudiantes de Instituto de Cuenca). Los sindicatos acusan al ministerio de promover una reforma educativa que ya ha subido las tasas universitarias hasta el 100% en cuarta matriculación, elimina las becas Séneca, encaminaría a los estudiantes a cursar FP en lugar de Grados tras el filtrado de elementos mediante exámenes de acceso y reválida, menos actividades extraescolares, erradicación de asignaturas en ESO y Bachillerato (Educación para la ciudadanía?) …  Recuerdan que los recortes económicos se han cebado con el sector educativo, beneficiando en gran parte al sector de la enseñanza privada y concertada. No sólo los estudiantes se levantaron, también el profesorado. Denunciaban los recortes, los despidos masivos que se suceden en el sector. El aumento de las horas de clase y la pérdida de condiciones y derechos laborales. En definitiva, el deterioro y descenso de la calidad de la enseñanza pública a raíz de la reforma educativa.

Mientras tanto, el ministro de Educación, Cultura y Deporte,Ignacio Wert, aseguraba ante la prensa que “Con lo que no estoy muy de acuerdo es en que estas huelgas y estas manifestaciones tengan que ver con la reforma educativa”. Además añadió que “prácticamente no había ningún argumento de una mínima solidez” y que se trataba de una huelga política en contra el gobierno del Pp. Señor Wert, todas las huelgas son políticas. Y los argumentos están sobre la mesa. Por mucho que usted diga que los estudiantes y la comunidad educativa pueden participar en la toma de decisiones, es algo que no se pone en práctica. Usted no escucha a nadie que no sea usted o su gabinete de actuación. A nadie.

Las manifestaciones son lícitas y necesarias, el sistema educativo está amenazado por la actuación del gobierno sobre el sector público, al igual que la Sanidad o el trabajo. Sistemas sociales que tienen gran peso en la población, ya que de ellos se depende para el desarrollo futuro. La reforma educativa es un  asalto a los derechos de los estudiantes, conseguidos a base de sangre y lucha durante los últimos años del franquismo.

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Concentración del día 7 de febrero en Cuenca. Fuente: Propia

Lamentablemente, el clásico baile de cifras sobre el seguimiento de la huelga no esclarece la escasa participación en las protestas. Según el Sindicato de Estudiantes, la participación nacional de la huelga fue de un 80%, frente al discreto 24,9% que refiere la Consejería de Educación. En datos regionales facilitados por la Consejería a la agencia EFE, se consiguió el 29% de seguimiento en Ciudad Real, seguido de Albacete con 26,52%. En Cuenca, un 23,55%. Pero, ¿dónde estaba aquella gente mientras nosotros nos concentrábamos en la Plaza de España? ¿Por qué los estudiantes no inundaron las calles para protestar por los abusos de las medidas reformistas? No llegaría a cincuenta personas las que se llegaron a dar cita frente a la Delegación de Gobierno, aquella gélida tarde del 7 de febrero.

Pancartas y banderas. Concentración 7 de febrero en Cuenca. Fuente: Propia

Pancartas y banderas. Concentración 7 de febrero en Cuenca. Fuente: Propia

Sin movilización no hay protesta. Las reivindicaciones son legítimas y necesitan apoyo. Se necesita que la gente salga a la calle de forma masiva, ya no solo para protestar por la LOMCE, sino para reflejar el malestar de la población ante los manejos de la élite política. Se necesita mayor implicación de los afectados, es decir, de todos nosotros. Se necesita un sindicato de estudiantes con mayor poder de convocatoria, con más movimiento, con más capacidad organizativa y publicitaria. Se necesita mayor concienciación y participación ciudadana. No es por el sindicato, es por sus derechos.

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